Qué tortura el saber que ésto no acaba.
Las matees me superan, me dominan. La clase se alarga una eternidad, haciendo de cada segundo mil horas. El calor abrasa el aula y derrite mis células.
Cada poro de piel expulsa insaciable sudor que no consigue bajar la temperatura.
Y aún con el dolor de cabeza que éste calor sofocante me produce, oprimiendo mis sentidos, en mi cabeza de neuronas derretidas sólo te encuentras tú.
Como un enigma sin resolver que por más que sueñe no acabará en beso.
Darás vueltas en mi mente hasta que me canse y te olvide, y, hasta entonces, toca abanicarse en la soledad de los números primos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario